Los huesos nos son el alimento más recomendable y mucho menos más seguro para nuestros peludos, por el peligro de provocar atragantamientos y/o perforaciones intestinales, especialmente los huesos cocinados.
Los huesos cocinados pierden agua, colágeno y esto los puede convertir en huesos que se astillan.
Además no son un alimento que proporcione un buen aporte nutricional, esto porque contiene mucha proteína pero de baja calidad, recuerda que no importa sólo la cantidad sino, ante todo, la calidad.
La Alimentación Cruda Biológicamente Apropiada (Biologocally Appropiate Raw Food o BARF) promovida por médicos veterinarios en los últimos años se componen de un 60%-70% de huesos carnosos crudos pero la recomendación es siempre crudos y nunca cocinados.
PERO...
Lo médicos veterinarios recomiendan evitar los huesos de pollo o cualquier ave, así sean crudos, ya que suelen ser astillosos y muy finos, lo que es un peligro latente para el aparato digestivo de tu perro.
Las claves:
Las personas expertas nos dan la clave y es que cualquier hueso con cierto nivel de blandura, que estén crudos y siempre que se acompañe de la carne que lo rodea son aptos para que lo coma un perro, esto porque los huesos terminan de ablandarse con la saliva y el masticado que junto con la carne se convierte en una pasta que protege el tracto digestivo de nuestro peludo.